La famosa creencia de "tocar la madera" para que la suerte nos acompañe o porque nada
negativo nos ocurra es hoy en día una superstición más, totalmente
cristalizada lejos del su real significado.
Las culturas antiguas (los pueblos celtas, los griegos, los romanos..) por su contacto directo con la naturaleza,
poseían un conocimiento que hoy hemos perdido. Veneraban y sabían que cada ser
vivo: árbol, plantas, animales, insectos, etc, estaba
dotado de alma y se comunicaban e interaccionaban con ellos como un
hecho normal, profundo y sagrado a la vez.
La naturaleza no representaba solamente una
oportunidad para consumir y explotar, sino que era considerada el hogar
armonioso de una infinidad de seres cuando no Dioses. Los bosques eran
santuarios y toda manifestación de la naturaleza
era sacra y por lo tanto respetada y reverenciada.
Así era el caso de los árboles a los cuales se consideraba que en cada
uno de ellos habitaba un espíritu el cual poseía calidades mágicas y
espirituales. Cualquier que tuviera que irrumpir en la vida de algún
árbol y su espíritu, debía de primero pedir permiso y ofrecer respeto
para no infringir la orden natural: debía de honrar la vida.
“Tocar madera” significaba tocar el árbol que se iba a talar para
asegurar que no había espíritus elementales, a los cuales se los había
instado previamente a mudarse a otro árbol cercano de su misma familia.
No hacer esta conjetura propiciaba infringir una ley
Natural-Universal que podría atraer consecuencias desagradables, cuando
no nefastas por la vida.
Lamentablemente, cuan lejos estamos hoy de esa actitud sagrada que representaba la naturaleza y cuanto nos hace falta volver a ella...
Vía: AnimaNatura
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Las Penélopes