miércoles, 30 de abril de 2014

¿Sabes qué es la macrobiótica?


La macrobiótica (del griego μακρός, grande y βίος, vida) es una enseñanza creada por el pensador japonés George Ohsawa (1893-1966) y difundida a continuación por diversos de sus estudiantes.
Se trata de un sistema tanto filosófico como práctico: su objetivo es actualizar el antiguo principio único oriental (o principio del Yin y el Yang), que según Ohsawa constituye la base de la ciencia y de todas las filosofías y religiones de Extremo Oriente, con el fin de presentarlo de una manera comprensible para la mentalidad moderna.


Su especificidad es su aspecto pragmático: la macrobiótica pretende demostrar que la aplicación de este principio permite comprender y resolver los problemas concretos de la existencia. El vínculo entre la filosofía y la práctica se hace, en particular, a través de la alimentación: Ohsawa defiende la idea de que comiendo según este principio (lo que equivaldría a decir "según las leyes de la naturaleza") el organismo se armoniza (o reencuentra la salud) y así el juicio se vuelve más claro, capaz de percibir la realidad (es decir, estas "leyes de la naturaleza") de una manera más precisa.
La macrobiótica es una forma de vida y como tal nos enseña fundamentos vitales de acuerdo con nuestras necesidades personales y en armonía con la naturaleza, implicándonos en un compromiso de crecimiento personal holístico a través de una alimentación adecuada y el uso de disciplinas de trabajan la unión de cuerpo y mente.


Con la macrobiótica aprendemos a desarrollar nuestro potencial para conocernos mejor y saber qué es lo que nuestro cuerpo necesita en cada momento para ser más felices, estar más saludables y conseguir nuestros sueños.

A través de esta filosofía de vida podemos recuperar nuestra salud, realizar una labor preventiva donde llevar una vida sana y feliz que nos proporcione vitalidad. Podemos alimentarnos para tener la energía suficiente para realizar algún deporte extremo. Incluso si no desarrollamos un trabajo físico fuerte, podemos elegir la mejor dieta para que nuestro cerebro funcione de forma más eficaz. Todo depende de nuestro objetivo en la vida, y la comida nos puede ayudar de forma muy importante.

Para la macrobiótica la alimentación es el pilar en el que se fundamente nuestra vida. De la buena calidad del alimento y su correcta proporción depende que nuestra sangre sea de buena calidad –sin altibajos a nivel de azúcares, con un pH estable, etc.– lo que permite que nuestro cuerpo esté sano y pueda alcanzar la felicidad.

Es muy importante entender que el hombre forma parte de la naturaleza, y por tanto debe fluir con los ciclos por los que esta se rige. Si, por ejemplo, ingerimos helados en pleno invierno es muy probable que nuestro cuerpo se resienta, puesto que la naturaleza nos pide calor en ese momento del año. Además, la macrobiótica recomienda el consumo de productos naturales no procesados y de alimentos de la región donde habitamos.

Los alimentos que se han consumido tradicionalmente son los más saludables para la macrobiótica. Cereales, legumbres y semillas sin refinar pertenecen a todas las culturas y  están presentes en la gastronomía popular. El proceso de refinado se ha demostrado poco saludable para el ser humano.

Las verduras aportan el equilibrio nutricional que complementa a los granos integrales y aportan variedad a nuestra dieta. Disfrutar de los sabores y de los frutos de la tierra en cada estación del año no debería estar al alcance de unos pocos, debería ser algo universal y tan común que tendría que estar incorporado en nuestros hábitos diarios de manera automática, como hacían nuestros antepasados.
La verdad que he tenido la suerte de asistir a varios talleres y cursos, y reconozco, que aunque no sigo una dieta macrobiótica de manera habitual, cuando no me siento bien, o veo la necesidad de desintoxicarme, suelo recurrir a ella. Tiene platos muy sencillos, saludables y sobre todo muy fáciles de hacer. Os aconsejo probarla, os encantará!!

Fotos: Google

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Las Penélopes